lunes, diciembre 05, 2005

"Yo podria haber sido Presidente"

El jueves pasado Gabriel Valdés celebró los 25 años de la fundación del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) y probablemente una cierta nostalgia lo invadió. Fue desde ese alero que sembró, junto a muchos más, una de las primeras semillas de lo que sería la Concertación. La historia es larga. El mismo cuenta que en 1971 se fue a vivir a Estados Unidos impresionado por la violencia que había. "Yo era muy amigo de Salvador Allende, me daba cuenta de que su partido era inmanejable, que él no tenía condiciones para gobernar y que se venía una situación muy hostil", recuerda. Fue y volvió varias veces mientras pensaba que había una necesidad de unir a algunos partidos. Redactó un proyecto que sometió a evaluación de los holandeses, los alemanes y los suecos. Se llamaba "Un Chile democrático". Recibió apoyo de organizaciones académicas y fundó el CED -institución que hoy preside Mauricio Jélvez-. "Por primera vez aquí se juntó un grupo de gente que no tenía nada que ver entre sí. Ahí germinó el espíritu de la campaña del NO, la Concertación. De manera que este fue un lugar donde nació este fuego que ha durado 15 años", recuerda el actual senador de la DC.
Valdés, un hombre lleno de anécdotas y de vasta cultura política y cultural, dice que esos años también marcaron a fuego su vida. Acaso por lo mismo, aquí se explaya con soltura entre el pasado y el presente. Lamenta que la política haya perdido emoción y considera que hay una decadencia en ese accionar público. También ahonda aquí en las razones que lo dejaron fuera de la carrera presidencial. Asume que le faltó pericia política para ser elegido candidato, pero dice que no guarda rencor contra nadie. Y dicho esto, Valdés pone rápidamente la mirada en el presente y en su crítica al neoliberalismo que "nos está secando el alma". Con todo, este emblemático dirigente de la DC cree que su coalición es la única que ha demostrado "capacidad para gobernar a Chile".

Después de todo ese tiempo, hay gente como Eugenio Tironi que considera que se acabó esa cultura transversal de la Concertación
Yo creo que exagera Tironi. Conozco la historia y he sido partícipe de ella, y le aseguro que eso no es tan así. La facilidad con la que en el Senado llegamos a acuerdo con los socialistas y los radicales es muy grande. No se ha roto la intimidad.

¿Y qué pasa con los afectos? Se dice que hoy la Concertación es más como un grupo de accionistas.
Lo que pasa es que en Chile se ha perdido la emoción en todo sentido. Hoy estamos todos colgados de CasaPiedra. Y ese no es un lugar de emoción, es un lugar de preocupación, es una construcción para ver cómo va la economía, pero no hay un sueño para después. En Chile se ha perdido la visión del estadista que emociona a la gente. Por eso creo que ahora vamos a votar sin emoción. Le hemos puesto tanto empeño en crecer al 7% y la discusión entre los candidatos es si van a mantener o no el 1% del superávit, como si el país fuera una sociedad anónima.

La candidatura de Michelle Bachelet tiene esa impronta más afectiva. Sin embargo, algunos dicen que ella ha ido perdiendo espontaneidad, ¿lo cree usted?
¿No será que de pronto son muy fuertes los consejos de los expertos? Yo les tengo mucho miedo a los expertos. Prefiero más la frescura y la espontaneidad al análisis previo de lo que hay que ser. Lo importante es que ella se imponga con su personalidad. Eso es lo que la gente quiere, que sea una persona como Lagos. Porque realmente Lagos se abrió como una flor durante la campaña. No necesita que nadie le diga lo que tiene que hacer o decir. El lo hace. Por eso es que su presencia es tan decisiva en el país. ¡No cabe duda de que es un líder! Bueno, Michelle tiene que hacer lo mismo, pero con su forma de ser. Y contra eso, a veces, conspiran los expertos.

Dice que falta emoción en la política, pero usted tampoco ha estado en la campaña aportando ese punch.
Es que yo soy de otra época, ya no soy un actor político, estoy en retirada… Pero la emoción la tengo. Yo quiero que ella gane. Y a pesar de que no fui llamado al comando, la directiva de mi partido no me incluyó, he hecho mis aportes a la campaña. No son públicos, pero son estudios, opiniones. De manera que tengo una vinculación con ella muy personal.

Dice que está en retirada, pero está completamente lúcido y activo. ¿Por qué restarse?
Porque tengo una edad en que, realmente, prefiero ser más un espectador que actor. Y tienen que concederme el derecho. Llevo muchos años en este negocio. Piense usted que entré a la Falange en julio del año `35, ¿se da cuenta?...

Habla como si estuviera jubilándose de la política. ¿Qué le provoca eso?
Depresión. Este año, cuando tomé la decisión de no ir a la reelección, pasé por una gran depresión. Me encanta el sur, quiero mucho a la gente, me gusta el Senado, lo pasaba bien y en general reconozco que lo he pasado muy bien en la vida, pero llega el momento en que uno dice: "No tengo la fuerza ni el entusiasmo que tenía antes para hacer esa carrera". Y me costó mucho. Es un lindo lugar y es estimulante que a uno le digan senador.

No debe ser fácil hacer la renuncia después de tantos años en política...
No crea, porque a mí me gustan más las ideas que la política. De hecho, nunca luche por tener un puesto.

Pero imagino que en algún momento de su vida pensó que iba a ser Presidente de la República.
Sí, lo pensé.

Siempre se ha dicho que si no hubiese existido el caso del Carmen-Gate, usted hubiese podido ser Presidente. ¿Lo siente así?
Sí, creo que si no hubiera pasado lo que pasó, yo podría haber sido Presidente. Porque en mi casa se firmó la Alianza Democrática, fui presidente del partido por muchos años, estuve preso. Tenía la respetabilidad. Había estudiado los problemas del país y pensé que podría haber sido candidato, pero no fui un político en el sentido clásico. Ahora, escribiendo mis memorias, me he dado cuenta de eso. A mí me gustaba más la música que la política. Pero todo eso es pasado. He tenido tanta suerte en la vida, que no me amarga no haber sido Presidente. Estoy muy contento por los que fueron. Y yo los ayudé a todos. No me rehuí nunca, ni con Aylwin, ni con Frei, ni con Lagos.

Igual debe haber sido una renuncia difícil
Claro. Tuve pena, pero no soy rencoroso. Y a la gente que impidió que yo fuera candidato no le tengo rencor. No me gustan como personas, pero no les tengo nada de rencor.

¿Habla de Gutenberg Martínez?
Y de otros también. Pero eso no es lo revelante. Yo me di cuenta de que no tenía las condiciones que otros sí tenían o tuvieron, para luchar por ser candidato presidencial. Porque no sólo tienes que sentirte con el derecho de ser candidato y tener pasta. También tienes que saber algo de mecánica

¿No fue un buen operador político?
No, no soy experto en esa materia. Y la prueba está en que todos los cargos que he tenido siempre me los han dado otros, no los he conseguido yo. La presidencia del Senado se la debo a Jaime Guzmán. Y el Senado se lo debo a Renán Fuentealba y a otras personas que empujaron. Y a la Presidencia de la República me empujaron algunos, pero no tenían suficiente fuerza.
La DC y Piñera

¿Cómo observa a la DC en su calidad de espectador?
Hay una profunda división. Desgraciadamente, es una antigua división que no se ha corregido. Además, hay mucha búsqueda de objetivos personales. No quiero nombrar a nadie, pero yo siempre he estado en el partido, porque era uno el que se ponía al servicio del partido, uno servía a las ideas.

Y eso cambió.
Sí, porque ciertas personas quieren que se pongan al servicio de ellos.

¿Se refiere a la directiva de la DC o a los disidentes?
Yo estoy afuera de eso. No estoy ni en la directiva ni en la disidencia, pero veo que muchos han buscado el poder por el poder, satisfaciendo así una forma de colocar a sus amigos. Entonces, uno ve que el país no tiene respeto por los políticos. Antes no era así. Recuerdo que cuando yo era ministro de Relaciones Exteriores en los años 60, los periodistas iban a oír los debates en el Senado. Ahora no va nadie. No les interesa. Hay una decadencia de la política aquí y en otras partes.

Todos miran hoy a la DC. ¿Cree, como dicen algunos, que Piñera está cautivando votos de su partido?
No lo creo. El tiene una votación de un 20% y Lavín tiene otro 20%. Juntos hacen el 40%. En el mejor de los casos, la derecha siempre ha tenido ese porcentaje. Porque don Jorge Alessandri salió con el 32% no más, y la derecha no tiene Presidente desde entonces. Por lo demás, yo no conozco a ningún democratacristiano, que sea de las filas partidarias, que esté con Piñera.

Pero hay simpatizantes como Andrés Navarro y Gabriel Tomic.
Navarro sí, pero siempre ha sido simpatizante. Y a los Tomic no los cuente. Ellos son ocho hermanos, y uno de ocho no es una gran cosa. La verdad es que no me gusta que se haya nombrado a esas personas como ejemplos, porque ninguno de los dos ha sido militantes. Así que no creo en ese tema.

Sin embargo, usted mismo dijo en un momento que era difícil no votar por Piñera
Claro, pero lo dije por amistad. Soy pariente de él y amigo íntimo de su familia. Pero yo soy democratacristiano y fundador del partido. Así que no me vengan con cuentos.

Piñera ha sido muy criticado, incluso por la DC, porque ha querido instalarse en el centro y porque, además, no ha resuelto su situación empresarial
Piñera trata de conquistar votos hacia el centro y es natural que lo trate de hacer. Pero no me gusta la respuesta que ha dado el partido. Eso de atacar a las personas no es democrático para mí. Lo mismo le critico a la derecha cuando atacan a Michelle. Nadie tiene derecho a descalificar al otro, aun cuando sean adversarios. Eso es contra el fair play. Y así como en el deporte la gente se viste de blanco y respeta al árbitro, aquí hay que respetar al pueblo. Cada candidato o sector debiera decir lo que quiere hacer por Chile, pero no decir que el otro no sirve. No se avanza destruyendo al adversario.

Hay mucha incertidumbre respecto a qué pasará en esta elección. ¿Usted tiene algún temor de lo que pueda pasar?
Ninguno. Ya sea en primera o en segunda vuelta, no me cabe duda de que Michelle va a ganar. Ahora, quién va a ganar en la derecha, no me pronuncio. Ese es un problema de la derecha. Pero yo encuentro impensable, por la historia de Chile, que la derecha pueda ganarle a la Michelle.

Pero en el `99 la derecha estuvo a punto de ganar. Hubo sólo 30 mil votos de diferencia.
Sí, pero no ganó. Al final, cuando llega el momento, la gente no lo hace. ¿Por qué en América Latina no hay ningún gobierno de derecha? Por una razón simple: porque hay conciencia en la democracia, que el pueblo no va a estar con una derecha que está satisfecha. Este es un problema de todos los países en desarrollo. ¿Por qué está Lula, por qué están Kirchner o Chávez? ¿Y por qué en Chile el último Presidente con mayoría fue Alessandri? Así que no veo por dónde.

La Concertación apostó por un liderazgo realmente distinto. ¿Ese es un plus o un riesgo?
Mire, esta es la primera vez que emerge, después de Ibáñez, un candidato que se apoya en el pueblo y que no emerge nombrado por los partidos. Michelle partió sola. La gente se entusiasmó. Vio algo especial en ella. Por lo tanto, Michelle tiene una autoridad moral y política que no debe entregarles a los partidos. Los partidos son instrumentos que ella tiene para gobernar, pero tiene que mantener su independencia.

¿Su consejo es que ella no se deje tironear por los partidos?
Así es. Ella necesita a los partidos, porque son las columnas de la democracia, pero mi consejo es que ella escoja a su gente y mantenga su autonomía. Este es un país inteligente. Vio en ella a una persona que podía estar por encima de los partidos y la escogió. Entonces, ella tiene que aprovechar ese poder. Eso es lo grande que ha hecho Lagos. La gente cree en él. Le tiene confianza y el respeto, al igual que a Michelle.

¿El machismo puede ser un factor que cruce esta elección?
En Chile el machismo es fuerte, especialmente en el sector popular y en el indígena. A mí me extraña mucho esa reacción. Es no reconocer que en Chile mandan las mujeres. Realmente, el dominio femenino es extraordinario. Entonces, al final, el machismo es la expresión externa de una insatisfacción, porque los hombres no pueden mandar en la casa. No cabe duda de que el machismo es la ostentación de una incapacidad.

Más bien apuntaba a si el machismo podría ser un factor de riesgo para una candidata mujer.
No, eso ya se habría manifestado. En todo caso, en términos numéricos, las mujeres son muchas más que los hombres en Chile. Es interesante observar la tradición machista. Piense que el hombre es muy fácilmente dominado por la vanidad. La mujer nace vanidosa y expresa su vanidad en su pelo, en sus ojos. Pero el hombre la esconde. Entonces de la vanidad a la malicia y de la vanidad a los celos, de tratar de ser más que el otro, sólo hay un paso. Y eso le hace mal a la política. En cambio, las mujeres sacan su vanidad hacia afuera. Es decir, en la mujer no hay maldad. Hay mucha más capacidad de maldad en los hombres.
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Claudia Alamo La Tercera/ Reportajes 04-12-2005

1 comentario:

Waldo dijo...

Yo pude ser presidente....por Rafael Garcia. :D

Jajajaa. Larga vida al conde.